Te encuentro ensimismada en reclamar tu libertad
cuando eres tú quien se ha colocado la cadenas...
Esas cadenas que arrastras
son mucho más pesadas
que aquellas que tanto repudias y condenas...
Modelas con elegancia
cadenas que cohiben, limitan y retrasan;
cadenas cuyo único propósito es doblegar tu ser
y someterlo a toda aquella métrica social preconcebida;
cadenas que traen consigo la clara misión
de mantenerte en orden,
derechita
y en fila
como parte de las masas,
como una de las tantas
que componen el rebaño que regresa a casa.
Con tus aires libertarios
inconscientemente te subyugas
a la moralidad colectiva que tanto criticas.
Eres vivo ejemplo de cómo el ser humano
no puede estirar el pie más allá de la cobija...
Fuera de esa sábana se halla la frialdad,
la incertidumbre, el miedo y la aventura,
pero quizas, solo quizas, se halla también el amor.
Si te estiras, te haces visible,
totalmente vulnerable…
Y lo único que sale de ti es:
Ay, que terror!
Juegas con tu espacio, encogida y cobijada,
lo embelleces, lo aquietas y con sabiduría lo atestas…
Pero acaso es en la comodidad donde se aprende,
donde se entiende,
donde se vive,
donde se crece?!?!
O acaso se comienza a vivir
cuando desgarramos la cobija;
Cuando nos exponemos por completo
y cuando emprendemos viaje
alejándonos del cómodo paisaje?
No comments:
Post a Comment